sábado, 12 de junio de 2010

Crítica de Martin Wullich

TAL VEZ EL VIENTO poética ternura

Teatro, danza y música, a cargo de un completo trío de artistas.


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El espectáculo ideado por Cecilia Elías es entretenidamente lúdico y delicadamente poético. Juego hay en los movimientos y coreografías de los artistas; juego hay en sus correrías; juego hay en las elementales magias que al inicio intentan sorprender al público, pero más parece sorprenderse el mismo mago. Poesía hay por doquier, en los textos de Mariano Moro, a veces dolorosos, que reconocen sin ambages la efímera duración del amor; también en las letras de las canciones; en imágenes bellamente iluminadas por Eli Sirlin; en el desfile con sus instrumentos a la manera de una banda pueblerina; o en el manejo de sombras y transparencias que, junto a un columpio como toda escenografía, conforman estéticos cuadros. Una mujer habla de cartas que no están más, se pregunta quién se las habrá llevado, responde de prisa y poéticamente “tal vez el viento”, luego reflexiona y brutalmente supone que también pudo haber sido el correo electrónico. El tono embelesa.

La precisión coreográfica de Sergio Villalba se hace notar cuando parecería que son sus movimientos los que generan las notas y sonidos que lo hacen bailar. Pablo Giménez se revela como un histriónico músico, cuyas composiciones suenan estupendamente en la combinación de guitarra, acordeón, trombón, platillos y percusión que todos interpretan. La misma Cecilia baila las coreografías que ha pergeñado junto a su hermano Miguel Angel Elías. También se expresa cantando deliciosamente, con tierno lirismo, aprovecha cada instante, convencida de que, hoy por hoy, nadie espera que el amor dure para siempre. Martin Wullich

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