Crítica Clarín 2004
Sincero y Valioso por L.Falcoff
Tal vez el viento, la coreografía de los hermanos Elías, transmite el valor de lo genuino.
Un bienvenido estreno de danza ocurrió recientemente; se trata de Tal vez el viento, una obra cuya coreografía crearon conjuntamente Miguel Elías y Cecilia Elías sobre una idea de esta última, quien también se hizo cargo de la dirección general.
En un escenario casi totalmente desprovisto de artificios teatrales los hermanos Elías encontraron la manera de crear un mundo reconocible y a la vez distante, un mundo regido por un tiempo ajeno al cronológico. Los personajes que encarnan están elaborados con leves aunque nítidas referencias a la infancia y la temprana adolescencia, pero el riesgo a que esto podía conducir —despeñarse en un sentimentalismo pueril— fue evitado, si no intencionalmente, en buena medida en los hechos. La obra circula con sutileza por una serie de cuadros más o menos narrativos, más o menos bailados, sin que importe demasiado el orden de los mismos ni la relación argumental entre ellos. Es una atmósfera lo que seguramente los autores e intérpretes se propusieron alcanzar y en una proporción muy significativa lo lograron (algunas pocas escenas de carácter más literal quiebran, aunque no seriamente, ese clima de gran sugerencia).
Eduardo Avena y Pablo Giménez (el programa no identifica quién es quién) completan el elenco como músicos ambos y también como mago uno de ellos. Sus intervenciones están concebidas con un genuino sentido escénico y quizás la palabra genuino pueda aplicarse al conjunto de la obra: Tal vez el viento trasunta sinceridad como valor artístico, resultado de haber reunido y seleccionado con cuidado y cariño aquello que mejor representaba a los creadores. Por otra parte Cecilia y Miguel Elías son bailarines estupendos (Miguel fue el bailarín de más extensa carrera en la compañía contemporánea del Teatro San Martín), y sus pasajes más específicamente coreográficos añaden una alta cuota de satisfacción. Finalmente, los breves textos que tienen a su cargo —escritos por Mariano Moro— están dichos con soltura y expresividad, infrecuente habilidad en alguien que no tiene formación actoral.
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