TAL VEZ EL VIENTO
miércoles, 2 de febrero de 2011
CDs en venta on line Japón
HMV on line store
"Beautiful música con el fin de la melancolía - Argentina Maravillosa" también se incluye,
Si bien en alto honor como una obra maestra entre las obras de neo-folklore,
Fue una obra maestra de la visión es extremadamente difícil de obtener en la naturaleza de su rareza y la música teatral.
Manejo de la información en el número limitado de milagros! ! !
Entre las obras folclóricas Aruzenchin · Atención Kontenporari, pero joya honrado entre el sonido más hermoso como una obra maestra, con sólo una pequeña porción de propiedad de la escucha, joya visionario por así decirlo, es este "TAL VEZ EL VIENTO (como el viento). "
Este trabajo es una profesión que viene Kontenporari · Dansa, Seshiria · · Eriasu Buenosu heroína Airesu de los talentos creativos de los músicos (Cecilia Elías), y arreglista de Pablo Jiménez en la casa de su hermano (Pablo Giménez) por fue concebido para la escena musical esencia Cecilia ·. música, el diálogo, su impacto fue recibido de la etapa y la danza se funden, se dice que también es un ávido fanático y en el extranjero, Argentina sonido en su actuación extrañamente sencilla pero llena de encanto, bellos especialmente al sincronizar versado en música contemporánea y el folclore con una excelente ... es alabado como uno y originalidad. オリジナルは2004年リリース。 Los originales de 2004 la liberación.
Dígale al principio de la simplicidad y calma conjunto piano de pulgar guitarra acústica M1 y el dúo de percusión por dos hermanos de la M2, y la flauta, el acordeón y el saxofón con el M3 ... idílico. Para construir un mínimo de sonido para estimular la creatividad y la sofisticación del oyente, incluso en un comienzo tranquilo, que en el éxtasis· El punto culminante de este trabajo y también dicen que el tema de la compilación de supervisión Argentina Hashimoto Tetsu "- hermosa música con el fin de la melancolía Argentina Maravilloso" está incluido en M4 "CANCION". Frases simple guitarra acústica y silbidos, flotando melodía se hace girar en el dolor sólo scat Cecilia, sólo "Melancolía" debería llamarse esplendor cristalina. Desde entonces una gran variedad de instrumentos musicales, avanzar de sonido durante el uso de una variedad de herramientas, la naturaleza de sus frutos para la escena de la música de baile, nos desviamos en el mundo misterioso al mismo tiempo mantener un sentido de la distancia y el oyente exquisito espacial construir un mundo en sí mismo. Erumeto · La sección Pasukoaru de ingenuidad, Carlos · farsa Wasatta siquiera se siente como delicada sensibilidad de Aguirre, perfectamente integrado Saundo · Balance Sukepu perfecto. Los ocho temas han sido formidable talento condensado.
El propio autor es un músico originario de porque no trabajo y la distribución sigue siendo muy pequeño, un aterrizaje en un número muy limitado de los japoneses en el pasado. Sólo un número limitado también puede entregar este momento. pierda esta oportunidad, es difícil conseguir de largo cuando no hay duda de ahora.
Kerubeki dude en todos los oyentes Neo · Forukurore obra maestra.
jueves, 28 de octubre de 2010
domingo, 10 de octubre de 2010
Últimas funciones !! y nos vamos........
viernes, 1 de octubre de 2010
La Diosa Blanca de Ignacio Apolo
Una cosa hermosa
La anécdota está registrada, posiblemente, en una nota al pie en uno de los libros del mitólogo Joseph Campbell, o bien en un apartado de cierto libro que trata sobre el budismo -o en ninguno de los dos-, pero es probablemente cierta. Durante un Congreso Internacional, un reconocido Maestro Zen fue interrogado por un periodista en un pasillo.
–En síntesis, ¿cuál es su filosofía?
–¿“Filosofía”? –respondió el Maestro.
Se quedó pensando y al rato dijo:
– No, creo que no tenemos ninguna. Nosotros bailamos.
Nota a pie de página de esta nota a pie de página: Tal vez el viento es una cosa hermosa.
Síntesis argumental
Bañados por la bella luz de Eli Sirlin, Cecilia y Sergio bailan y recitan. Pablo hace música y trucos de prestidigitador. Todo es ganancia, hoy por hoy. Aún las palabras escritas que se lleva el viento.
Teatro: sonido y movimiento, regidos por su propio tiempo
En 2001 publiqué en Los libros del Rojas un artículo llamado (Muere.) –espacio y tiempo en el texto dramático– en el que analizaba la condición precaria, efímera del texto dramático, destinado a desaparecer en su consumación escénica. En aquel artículo no pude, explícitamente, hablar de danza. Han pasado nueve años y mucho teatro por debajo del puente. Hoy me enfrento al notable espectáculo de Cecilia con otra madurez. Como un homenaje de aquel que pensaba e intentaba saber a la notable coreógrafa de Postparto, citaré unos párrafos de que se referían, sin saberlo, a este Tal vez el viento.
Buenos Aires, 2001. “Se escribe, además, para que algo sea hecho. […] El texto dramático se escribe también, y es estructurado desde su interior, para que un acto, de algún modo ritual, se realice. La extraña analogía que, como todo pensamiento analógico disfraza de análisis lo que es pura similitud de pensamiento mágico, nos permite equiparar el sentido de ese ritual con las condiciones performáticas del texto: el cuerpo, la palabra, la reunión pública. La escritura dramática se estructura para la encarnación. Si, como otros ya hicieron, yo escribiera una obra en la que no hay nadie y nada es hecho, la ausencia se haría necesariamente presente. En su falta, el espacio vacío señala el objeto. […] Se escribe teatro, entonces, para que algo sea hecho. […] La escritura desaparece en virtud de la aparición de la acción en el espacio a lo largo de determinado tiempo. No sólo sonido, también espacio. […] Vemos, finalmente, algo que no está escrito, y lo escrito se desvanece. […] Así como la consideración de la sonoridad en el lenguaje teatral nos lleva a la música, la consideración del espacio y la performance del movimiento nos conduce a otro universo, extra-literario, extra-lingüístico. Un universo visual, inscripto en el espacio: el universo de las artes plásticas. Más precisamente: un universo del movimiento, del desarrollo temporal de la imagen en el espacio. El universo de la danza. Sonido y movimiento, regidos por su propio tiempo”.
Buenos Aires, 2010. El teatro es esto que sucede ante mis ojos y oídos anoche, en el Teatro del Abasto.
Nota: para aquellos que así lo requieran, les puedo enviar por correo electrónico el artículo completo. Está publicado en “Cómo se escribe una obra teatral”, Autores: Ignacio Apolo, Marcelo Bertuccio, Tulio Stella, Patricia Zangaro. Editorial: Libros del Rojas. Colección HERRAMIENTAS Año: 2001. Y eventualmente se conseguiría en: Centro Cultural Rector Ricardo Rojas. Locales de EUDEBA.
Niños en la platea
Había anoche niños en la platea (varios menores de diez años). También éramos cincuenta niños los adultos. Las emociones simples, físicas, de la danza acompañan el muy preciso juego lingüístico de reverberancia de los textos de Mariano Moro: dos emisiones intercaladas que, hablando sutilmente de cosas diversas, hablan secretamente de lo mismo. El placer y el asombro del juego termina llegando adonde la danza empieza: a sustituir la representación por la presentación. Creo, en este sentido, que cuando el teatro ingresa en la frontera de la danza, la dramaturgia se fusiona con la voz poética como un yo a-personal.
Cecilia Elías baila con la cara
La antigua máscara actoral era la “per-sona”, el amplificador de la voz, la máquina expresiva. La expresividad del rostro de la intérprete es tan precisa y tan intensa como el feroz zapateo de Villalba recortado por las sombras de los percusionistas.
Hoy por hoy
Y finalmente, un hoy por hoy. El presente refuerza la idea de la performance. El teatro (la danza, la no-filosofía del Maestro) sucede aquí y ahora, sólo aquí, sólo ahora. Hoy por hoy.
Lo demás es silencio.
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martes, 14 de septiembre de 2010
Nota en El Argentino.com
"Tal vez el viento" debuta en el Teatro del Abasto
Con un ambicioso plan, la obra ofrece nuevos aportes, que en su versión anterior. Tiene, sin embargo, diferentes expresiones artísticas como la danza, la actuación y la musica que no dejan lugar para encasillamientos de ningún tipo.
Los lenguajes, harán caer al espectador en un maravilloso juego. Las emociones se disparan, se mezclan las sonrisas, los sonidos y los movimientos transportan al mundo de los recuerdos. Es que es una original propuesta que se presenta con una tarjeta misteriosa: Teatro físico-musical.
La idea creativa y la dirección es de una joven talentosa: Cecilia Elías, quien realizó con su hermano Miguel Ängel, el trabajo coreográfíco, muy recordado por su exitosa carrera en el Ballet del Teatro San Martín. Mientras que su hermana, además del San Martín, es reconocida por sus trabajos con los elencos de la compañía de opéra: Buenos Aires Lírica.
Los textos son un aporte de Mariano Moro y se destaca especialmente, Pablo Gimenez, en lo musical.
Ficha Técnica:
Vestuario: Julieta Harca
Diseño de luces: Eli Sirlin
Asistente de dirección: Carolina Tejeda
Las funciones se realizan únicamente los miércoles a las 21 en el Teatro Del Abasto (Humahuaca 3549. teléfonos: 4865-0014).
martes, 7 de septiembre de 2010
lunes, 2 de agosto de 2010
viernes, 9 de julio de 2010
Press / Prensa
*Más que ofrecer una historia, «Tal vez el viento» invita a compartir una experiencia imbuida de subjetividad y espíritu lúdico. Ámbito Financiero
*More than presenting a story Perhaps the wind invites us to share an intensely personal experience imbued with playful spirit. Ambito Financiero
*Sincero y valioso
Tal vez el viento trasunta sinceridad como valor artístico, resultado de haber reunido y seleccionado con cuidado y cariño aquello que mejor representaba a los creadores. Clarin
Perhaps the wind gives sincerity artistic value, the creators have choosen and brought together with great affection and care representations of themselves. Clarin
*El espectáculo ideado por Cecilia Elías es entretenidamente lúdico y delicadamente poético… se expresa cantando deliciosamente, con tierno lirismo, aprovecha cada instante, convencida de que, hoy por hoy, nadie espera que el amor dure para siempre. Martin Wullich
*This work created by Cecilia Elías is entertainingly playful and delicately poetic... she expresses gorgeously in song, with tender liricism, exploiting each moment, convinced that “these days, nobody expects that love will last forever”. Martin Wullich
jueves, 1 de julio de 2010
Miércoles 7, 14 y 21 de Julio a las 21hs. funciones de Gala !!!!
luego del lamentable accidente de Sergio, y como el viento es movimiento...decidimos seguir Tal vez el viento con la gran participación especial del maravilloso bailarín MIGUEL ELÍAS!
los esperamos en el teatro del Abasto
Humahuaca 3546
Buenos Aires!!
lunes, 14 de junio de 2010
TAL VEZ EL VIENTO
Teatro Físico Musical
Idea y Dirección: Ceci Elías
Asistente de Dirección: Carolina Tejeda
Coreografía: Ceci y Miguel Elías
Música: Pablo Gimenez
Textos: Mariano Moro
Vestuario: Julieta Harca
Iluminación: Eli Sirlin
Intérpretes: Ceci Elías, Pablo Gimenez, Sergio Villalba
TODOS los MIÉRCOLES a las 21hs.
TEATRO del ABASTO /
HUMAHUACA 3549 /
Reservas: 4865.0014
Pagina 12 / 2004
ENTREVISTA AL COREOGRAFO OSCAR ARAIZ, QUE REESTRENA TORITO “Ver a los boxeadores es ver danza arriba del ring”
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Por Analia Melgar Oscar Araiz es casi una marca registrada de la danza argentina y –por qué no– mundial también. Sus obras La Consagración de la Primavera sobre música de Igor Stravinski y el dúo de Adagietto, sobre el cuarto movimiento de la Quinta Sinfonía de Gustav Mahler, reaparecen sistemáticamente en los repertorios de los grandes teatros. Araiz ya forma parte del canon. Una presencia difícil de esquivar. En algún momento imprevisto sucede el encuentro con él. Sus coreografías tienen un sello particular. Se imponen en el circuito de la danza hasta que inevitablemente el espectador topa con ellas. Muchos son los creadores actuales que bucearon en esas fuentes, dialogaron artísticamente con ellas y, recién entonces, pudieron realizar sus propios productos. Los trabajos de Araiz, como los clásicos, se dejan ver una y otra vez porque en cada ocasión permiten nuevas lecturas, lanzan nuevas sugerencias. Pero, así como hay quienes no disfrutan de Dante o de Borges, también habrá quien no comulgue con la estética Araiz. Para eso, primero hay que conocerlo. A sus 64 años ha acumulado decenas, casi centenas, de producciones, siempre vivas, siempre en cartel. Su paso como intérprete quedó eclipsado por su desarrollo como coreógrafo. Diríase que se nutrió de una tradición de maestras imponentes, más que para aprovecharla él mismo, para componer para otros. De Tamara Grigorieva aprendió la perfección formal y la predilección por la imagen vistosa que esta rusa supo mostrarle a través de los Ballets Russes. Luego vino Elide Locardi, verdadera pionera en la danza moderna argentina en la década del ’40, su primera maestra, la que descubrió antes que nadie la simiente creativa que Araiz encerraba desde muy joven. Ese estilo innovador se enriqueció en él con dos alemanas que marcaron a fuego a los principales coreógrafos actuales del país: Dore Hoyer (1911-1967) y Renate Schottelius (1921-1998). Los trabajos de Oscar Araiz son aptos para todo público porque suman musicalidad y narrativa. Sus combinaciones de movimientos van apegadas a la partitura y resultan tan melódicas como los sonidos que las inspiran. Al mismo tiempo, ofrecen una estructura argumental que engancha a cualquiera. Tal es el caso de Torito, a cargo del Ballet de Bolsillo, una extraña compañía dirigida por él mismo. El espectáculo fue estrenado durante la megamuestra literaria de Julio Cortázar que se realizó en agosto y septiembre de este año. Torito es una transposición coreográfica sobre el cuento homónimo que Cortázar incluyera en el volumen Final del juego, de 1956. La historia real del boxeador argentino Justo Suárez, apodado “el Torito de Mataderos”, con su veloz carrera deportiva de apenas cuatro años, sostiene el relato de Cortázar. Allí, el propio protagonista recuerda sus glorias fugaces mientras combate una tuberculosis que se apresta a acabar con su vida. Oscar Araiz, junto a su siempre socia en la imaginación, la diseñadora y vestuarista Renata Schussheim, escenificó las palabras. En un espacio intermedio entre el ring y la cama de hospital, el bailarín Cristian Setien encarna al Torito, acompañado por el actor Leo Dyzen. La banda sonora es una compaginación de Edgardo Rudnitzky, sobre la lectura del cuento, realizada por un actor desconocido, hoy ya fallecido, “la voz de un porteñazo, con un acento muy argentino”, define Araiz. La obra forma parte de la programación del III Festival Buenos Aires Danza Contemporánea. Se verá hoy, sábado 18, y el domingo 19 a las 20 en el Centro Cultural Recoleta. Antes, en una conversación jugosa, Araiz cuenta cómo es el funcionamiento del Ballet de Bolsillo y cómo fue el proceso de composición de Torito. También, repasa algunas instancias fundamentales de su carrera y analiza el estado de la danza contemporánea. –¿En qué consiste el Ballet de Bolsillo? –En 1996, me surgió la necesidad de trabajar con grupos pequeños de gente, con calidad artística y lazos afectivos a la vez. Entonces, la forma posible era una compañía independiente, a la que convoco según el proyecto que se pone en marcha, incluso cambiando los intérpretes. Se llama de Bolsillo porque es algo cómodo, práctico, baratito, que permite salir de viaje fácilmente, a todas partes: cabe en un bolsillo. Para la parte económica, participamos de subsidios. Por ejemplo, para Torito recibimos uno de Prodanza que nos alcanzó porque no somos muchos. Hay sólo dos intérpretes pero contamos con un gran equipo detrás, de escenografía, vestuario, música, iluminación, asesoramientos. En cambio, cuando hice Alicia, el bolsillo se convirtió en un bolsón porque esta danza sobre Alicia en el país de las maravillas tiene una producción enorme que compré en Ginebra, donde se había estrenado en 1987. De hecho, se pudo hacer en Buenos Aires porque el vestuario ya estaba listo. Los materiales –muy caros, como la seda y los bordados– fueron reutilizados con apenas unos retoques. –¿Cómo fue el primer encuentro con el cuento de Cortázar? –Leí Torito cuando estaba en Ginebra y comencé a tener deseos de hacer algo con ese texto. Luego me contacté con un actor que leyó el cuento y yo lo grabé. Más tarde él falleció, pero yo conservé la cinta y ésa es la misma que sirvió para hacer la pieza cuando fui invitado a la celebración de Cortázar, a los noventa años de su nacimiento. La organización me convocó, así que saqué esto que tenía esperando en el bolsillo. –¿Qué le impactó del cuento? –Me gustó ese monólogo interior que avanza hacia la muerte a medida que van surgiendo las memorias. También, me atrapó la ambigüedad entre situaciones de agonía y de gloria. Me emociona ese personaje que muere solo, escupido, abandonado por el sistema. Hay en él esa necesidad de crear ídolos que nos encanta a los argentinos. Pero más allá de eso, el cuento habla de algo más global: habla del deporte como un ámbito de consumo, de oferta y de demanda, una situación social a la que –ojo– tampoco escapa el arte. –¿Cómo fue el proceso creativo de Torito? –Para el trabajo con el protagonista, Rodrigo Pardo hizo un entrenamiento fuerte en boxeo. Respecto del sonido, Edgardo Rudnitzky “musicalizó” la voz del actor. Hay diferentes ritmos: exaltación y fragilidad, tristeza, desamparo, velocidad y lentitud, lo que guarda relación con la propia melodía del texto de Cortázar. Por mi parte, yo estuve visitando lugares donde se practica y se aprende boxeo, buscando los encuentros entre el preparador y el discípulo. En ese juego perverso y respetuoso, paternal y desafiante, de confrontación y de elegancia, encontré muchas situaciones interesantes. En el fondo, ver a los boxeadores es ver una danza arriba del ring. –¿Se puede decir que Torito es danza-teatro? –No. Torito no puede tener etiquetas. Además, el término danza-teatro está muy mal utilizado y lleva a confundir valores. Al fin y al cabo, la danza siempre es teatro, de manera que, para mí, danza-teatro tiene un tono peyorativo. En todo caso, se podrá decir que Torito es teatro físico, un teatro donde el acento está puesto en el cuerpo. –¿Qué personajes pueblan su versión del cuento? –Está el bailarín, que siempre desempeña el mismo rol de Torito, y hay un actor que funciona de ayudante de escena y va cambiando de personajes: una monja, una empresario, la madre... Su vestuario es neutro, no cambia ninguna prenda ni agrega máscaras; sólo modifica sus actitudes físicas. –¿Cómo accede el espectador a estas transiciones entre los personajes? –Es algo que no me interesa aclarar. Creo que es mejor dejarlo en una zona más ambigua. El espectador no tiene que comprender. El espectador tiene que sentir, identificarse, alterarse, experimentar. Lo que le sucede al espectador no está dentro del entendimiento, por suerte. –¿Cómo fue la transición entre el bailarín y el coreógrafo? –En realidad, el coreógrafo existió siempre. El que tardó en aparecer, el que salió de a poquito, fue el intérprete. Desde siempre yo pintaba. Ciertas músicas me provocaban estímulos con los que me lanzaba a dibujar. Una vez Elide Locardi vio mis dibujos. Entonces me ofreció una beca para estudiar. Fue con ella con quien comencé a hacer mis primeras improvisaciones y composiciones. –¿Qué reflexión le merece estar dentro del Festival de Danza Contemporánea, en medio de una programación con coreógrafos muy jóvenes y múltiples propuestas? –Las razones habría que preguntárselas a los organizadores. Supongo que es una forma de reconocimiento por la calidad, o por la cantidad de trabajos que hice (se ríe). O por mi edad (se ríe más). O porque hay gente que se formó conmigo, o porque mis trabajos influyeron en otros para ser superados. Se comenta que soy un referente (salen carcajadas pícaras). –¿Cómo ve el panorama de la danza argentina hoy? –Es muy interesante la gente que surge a nivel interpretativo porque existen posibilidades de hacer una formación técnica completa. Por suerte, hay pocas barreras entre lo académico y lo contemporáneo. Hay más tolerancia y menos diferenciación entre estilos y escuelas, a la inversa del mundo, cada vez más intolerante y más segmentado. Pero en nuestra danza contemporánea, en el campo creativo, es raro descubrir voces auténticas. Todos hacen lo mismo, siguen las tendencias, las modas. –¿Quiénes se distinguen en este panorama? –Ana María Stekelman, Margarita Bali y Mauricio Wainrot pueden gustar o no, pero lo que hacen se distingue como algo propio. También me gusta el trabajo de Cecilia Elías, muy poético, con una pureza y una simplicidad que dan la marca de su originalidad. Ramiro Soñez, por su lado, hace algo particular, casi tocando el folklore, con una cualidad muy luminosa. Encuentro diversidad –lo exótico, lo dramático, lo humorístico–, pero habitualmente la danza es muy negra. Las cosas siempre negras pueden ser catárticas para quien las hace pero no para el que las mira. |
domingo, 13 de junio de 2010
Crítica Ambito Financiero
Cecilia y Miguel Ángel Elías poetizan una experiencia de exilio | ||
“Tal vez el viento”, bella muestra de teatro y danza | ||
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Hermanos para el baile por L.Falcoff (Clarín 2010)
El público de danza seguramente recuerda que Miguel es el bailarín con más extensa carrera en el Ballet del San Martín. A su retiro en 2001 pasó a ser asistente de la compañía y desde hace ya varios años se ocupa de reponer obras de Mauricio Wainrot en distintos países del mundo. Cecilia dicta, como su hermano, clases en el Taller de Danzas del San Martín y hace coreografías de óperas para Buenos Aires Lírica y para obras de teatro. Tiene una formación muy amplia: actuación, danza, música. "La obra -dice- nació de una inquietud mía: hablar de las pérdidas. Vivía en aquel tiempo en Holanda y mi hermano en Nueva York. Con esta idea comencé pero después sumé otro aspecto: la fragilidad del que hace algo con lo que no se siente del todo seguro; tenía entonces un gran bailarín como Miguel usando su voz y la palabra, y un gran músico -Pablo Giménez- tocando un instrumento distinto al propio, trombón en este caso.
Miguel, ¿cómo fue ser dirigido por tu propia hermana?
Gratificante. Ella volvía después de mucho tiempo de estar afuera y fue el primer trabajo que encaramos juntos. Yo estaba comenzando a dejar de bailar, porque aunque me había retirado del Ballet del San Martín seguía haciendo algunas cosas independientes. Sobre la idea que Cecilia nos propuso a Pablo y a mí, colaboré con ella sobre todo coreográficamente y así comenzaron a filtrarse vivencias de la infancia. Ella tiene doce años menos que yo, pero ya hacía bastante tiempo que nuestras edades se habían emparejado. Para esta reposición llamamos a un nuevo intérprete, Sergio Villalba, que hace mi rol. Me resulta interesante porque fue un proceso muy íntimo en su momento y ahora lo estoy pasando a otro intérprete.
Vienen de una familia de bailarines folclóricos, ¿bailaban desde niños?
Cecilia: Sí, hasta hoy bailamos folclore en las fiestas familiares. A pesar de todo, terminamos siendo bailarines.
¿Por qué a pesar de todo?
Teníamos tantos parientes bailarines, que al menos yo me resistía a serlo. Después entendí que había que aceptarlo.
Pregunta inevitable: ¿es una relación fraternal armoniosa la que existe entre ustedes?
Cecilia: Muy buena. Somos opuestos y complementarios. El tiene lo que a mí me falta y viceversa. «
Crítica Teatral 2010
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